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El ojo es un órgano sensitivo especializado, relativamente aislado del resto del cuerpo mediante varias barreras, por lo tiene algunas propiedades inusuales frente a los fármacos.
Todo profesional de salud visual tiene que conocer estas características para manejar los fármacos destinados al ojo, incluso debe saberse que la instilación de un medicamento en la superficie ocular es idéntico a ser inyectado en vena, por lo que pueden esperarse efectos sistémicos.
A lo largo de la vida es difícil que alguien no necesite utilizar algún fármaco ocular, desde la instalación de un colirio dilatador de pupila para el examen del fondo de ojo, a los tratamientos con inyecciones intravitreas utilizadas hoy en día para el tratamiento de la degeneración macular, pasando por afecciones externas como conjuntivitis alérgicas o infecciosas.
Los fármacos pueden ser necesarios para tratar enfermedades oculares, para diagnóstico de otras, para potenciar o mitigar el efecto de otros medicamentos, etc. Queda a juicio del médico oftalmólogo su uso, aunque cuando los síntomas y signos son evidentes también puede prescribirlos el médico de familia.