La miopía se está convirtiendo en una epidemia a nivel mundial. Tanto es así que el Instituto Brien Holden estima que en 2050 la prevalencia de miopía será del 50%, afectando a casi 5 billones de personas en todo el mundo. Actualmente se sitúa en un 34% y hace unos 20 años se situaba en el 23%. Se observa pues que el riesgo de padecer miopía va en aumento, y en parte, es debido al estilo de vida actual, sobre todo en el mundo industrializado. Entre los factores que provocan este aumento preocupante de la miopía se encuentra el tiempo que se pasa realizando tareas en visión cercana (estudio, lectura, uso de ordenador, tablet o smartphone), la edad de inicio de estas actividades de manera continuada, la reducción de actividad al aire libre y otros factores no controlables como son los factores hereditarios y étnicos. El hecho de padecer miopía conlleva un mayor riesgo de padecer patologías asociadas como glaucoma, cataratas, maculopatía miópica y desprendimiento de retina, elevando el riesgo de discapacidad visual de la población. Es por eso que se reconoce la miopía como un problema de salud pública que provoca altos costes en atención sanitaria y social.
Hay varias opciones para intentar frenar el aumento de miopía, y que su progresión sea menor, que han demostrado su eficacia mediante ensayos clínicos a largo plazo. Estas opciones, actualmente, pasan por el uso de fármacos (bajo supervisión oftalmológica), gafas progresivas o bifocales, lentes de contacto blandas específicas y lentes de contacto semi-rígidas de geometría inversa (ortoqueratología).
En este contexto global, la figura del optometrista contactólogo es clave en el control de la miopía, ya que las lentes de contacto, tanto blandas específicas para el control de miopía como las lentes de ortoqueratología, son una de las opciones que han demostrado mayor eficacia para dicho control. Es por ello que la rigurosidad a la hora de indicar y adaptar las lentes de contacto para realizar el tratamiento es de suma importancia, ya que de ello dependen, en parte, los resultados a medio y largo plazo. Además de trabajar de forma profesional, es importante hacerlo de forma segura tanto para el paciente como para el profesional.
En este aspecto cobra mayor importancia la práctica on-label, es decir, con productos específicamente aprobados (con certificado de conformidad europea CE) para este uso: el control de la miopía. En España existen actualmente dos lentes de contacto blandas aprobadas para control de miopía, MySight ® de CooperVision y MyLo ® de Mark Ennovy. Si atendemos a las lentes de ortoqueratología nocturna, no existe en la actualidad ninguna lente de este tipo aprobada en nuestro país, aunque Menicon ha publicado hace unos meses el lanzamiento de BLOOM ®, un sistema de control de miopía integral dentro del cual cuentan con una lente de ortoqueratología aprobada para control de miopía: BLOOM NIGHT ®, y otra blanda, BLOOM DAY ®, y prevén su implantación en diferentes mercados europeos durante 2020. El hecho de tener esta distinción asegura, tanto al profesional como al paciente, que la lente ha superado los estándares más altos en cuanto a calidad, seguridad y eficacia para el control de la miopía. De esta forma, el optometrista puede adaptar unas lentes de contacto específicas para el propósito del tratamiento, y el paciente obtiene la tranquilidad y la seguridad que su tratamiento se realiza con los productos más actuales y seguros del mercado, aumentando al máximo las probabilidades de éxito.
Carlos García Miquel, DOO
Asociado 231