En primer lugar, para entender esta afección, comenzaremos por definir la úvea. El ojo consta de tres capas de tejido alrededor de una cavidad central. La capa más externa es la esclerótica (capa blanca del ojo) y la más interna la retina, la cual consta de neurorreceptores sensibles a la luz que son los encargados de enviar la información a nuestro cerebro, para que este sea capaz de procesar las imágenes. La capa intermedia es la úvea, compuesta por varias partes: iris, cuerpo ciliar, y la coroides. Esta capa consta de multitud de vasos sanguíneos encargados de nutrir a las demás estructuras del ojo.
De este modo, si el sufijo -itis indica inflamación, podemos decir que la uveítis es la inflamación de la úvea. Según la localización anatómica afectada se clasifican en: uveítis anteriores (iris), uveítis intermedias (cuerpo ciliar), uveítis posteriores (coroides), o panuveítis (si afectan a todas las anteriores).
Esta patología puede afectar a las estructuras más cercanas, como es la retina. Si la retina no tiene los nutrientes suficientes que le proporciona la úvea debido a la inflamación de esta, puede comprometer la visión de forma irreversible.
Existen unos 52 casos nuevos cada año de uveítis por cada 100.000 habitantes, siendo más común entre los 20 y 44 años. Esta afección es la tercera causa de ceguera en países desarrollados en pacientes en edad laboral, por lo que es una patología a la que debemos prestar bastante atención.
Algunos de los síntomas pueden ser dolor, ojo rojo y visión borrosa.
La inflamación puede estar producida por diferentes causas. Pueden ser propiamente oculares, debidas a enfermedades sistémicas o infecciones, entre otros. Según la zona afectada y la causa por la cual esté producida el pronóstico puede variar.
El óptico optometrista puede detectar que se padece una uveítis y remitirá al especialista que sea necesario, el cual pondrá el tratamiento requerido.
Los tratamientos suelen ser corticoides tópicos y ciclopléjicos en el caso de la uveítis anterior, y corticoides orales o inmunosupresores en uveítis posteriores. La dosis y tiempo de tratamiento lo ajustará el oftalmólogo y hará revisiones periódicas para evitar brotes de inflamación. También es posible la derivación al reumatólogo para hacer el seguimiento de la enfermedad.